mejores series del 2018


9BODYGUARD (NETFLIX)

Cien por cien adictiva. Bodyguard se estrenó en Netflix ya coronada como la serie británica del año, incluso del milenio si hablamos en términos de audiencia, y ahora hemos entendido el porqué del enganche multitudinario. Heredera clara de Homeland, plantea un juego similar al espectador: hasta el último minuto no sabemos si el protagonista, un joven veterano de guerra a quien le encargan ser el guardaespaldas de la ministra de Interior, está comprometido con su labor de protegerla, o si quizá los traumas que arrastra de las guerras que ella defiende fervientemente pueden pesar más en sus actos. Como Carrie y Brody fundidos en un único personaje en manos de un muy correcto Richard Madden, que a partir de ahora va a ser más David Budd que Robb Stark. El mix entre el thriller político y el thriller psicológico y la impredecible química entre los protagonistas (Keeley Hawes es pura atracción como la ministra Julia Montague) da un giro brutal a mitad de la serie, de manera que te pasas el resto de episodios intentando encajar un rompecabezas a reventar de adrenalina en el que las piezas del gobierno, la policía, los servicios secretos, los terroristas y el crimen organizado bailan sin parar. Quizá estaría en lo más alto de la lista si no fuera porque elude su potencial de denuncia del fariseísmo de las instituciones y porque el último capítulo, al que llegas con la lengua fuera y la expectativa por todo lo alto, cojea en términos de verosimilitud.

8KILLING EVE (HBO)
La gran revelación de la temporada (por lo inesperado) y otro de los aciertos de HBO a la hora de comprar títulos ajenos, en este caso de BBC America. Killing Eve, creada por la muy interesante Phoebe Waller-Bridge –parece que es hija de Tarantino y Danny Boyle– es como un cruce entre Los misterios de Laura y Kill Bill, el más claro ejemplo de lo que significa feminizar un género, en este caso el policiaco. Probablemente es la mejor serie de personajes de toda la lista, ya que bucea en las mentes de la asesina y de su perseguidora de una manera tan profunda como entretenida. Tiene ritmo, tiene chispa, tiene encanto. Sandra Oh está espléndida como esa detective desastre con un instinto que le hace ser una fuera de serie y también bordear los límites de su propia moral y su propio deseo. En el otro lado, Jodie Cormer construye a la psicópata más genial de los últimos tiempos. Como suele ocurrir con las series que mezclan géneros, a veces tiene problemas de verosimilitud por ejemplo cuando se pasa con la banalización de la violencia, y también se toma demasiadas licencias a lo James Bond que contrastan con el costumbrismo del personaje de Oh. En cualquier caso, es una magnífica evolución del cliché Holmes-Moriarty con una tensión narrativa y sexual nunca vista.

7TRUST (HBO)
Si entraste en éxtasis con The Young Pope de Sorrentino, seguramente disfrutes mucho con la agitación creativa que propone Danny Boyle en Trust. Desde el primer al último plano se gusta a sí misma como serie de autor, a veces más pendiente de juntar escenas icónicas y excesivas una tras o otra que de enganchar al espectador. Rechina un poco que la trama sea tan parecida a la de la reciente Todo el dinero del mundo –ambas narran el secuestro de un nieto del magnate Getty–, pero sale ganando en las comparaciones gracias a la mayor amplitud de miras y al talento de su reparto, desde el espléndido ocaso de Donald Sutherland hasta la credibilidad de Hillary Swank pasando por el toque naif y almodovariano de nuestra Verónica Echegui. Con el paso de los capítulos, ambientados en su mayoría en una Italia bellísima y corrupta, se ha demostrado que no estamos solo ante un ejercicio de estilo, sino que compone un deslumbrante retrato de la codicia humana y de los más oscuros lazos familiares. Una de las joyas del año.

6PAQUITA SALAS, SEGUNDA TEMPORADA (NETFLIX)
Podría parecer que Paquita Salas no tiene el empaque suficiente para imponerse a las series tan sólidas que le preceden en este ranking. Eso era antes, cuando la serie nació en Flooxer casi como un chiste privado –que personalmente me hizo reír mucho– con interesantes hallazgos creativos. Pero es que en su segunda temporada ha crecido hasta convertirse en algo que no se parece a nada ni a nadie, una bomba de originalidad, de cachondeo y, sobre todo, un canto a la integridad personal y a los lazos humanos verdaderos. Y de paso, una crítica inmejorable de la imbecilización reinante en este mundo de las redes sociales, de la tontería convertida en norma, de la dictadura que reparte carnés de triunfadores y de 'loosers'. Paradójicamente se podría decir que Los Javis son adalides de todo eso, pero la realidad es que se han marcado un guión con sonoras dosis de humor inteligente –buenísimas las bofetadas al mundo del coaching, a los boicots en redes, al coworking…–, con punch emocional y con escenas memorables. Por ejemplo, el desenlace del capítulo ambientado en Tarazona (exquisito como un torrezno, irrenunciable como un torrezno, identitario como un torrezno), parece un cruce entre Almodóvar y Bertolucci. El reparto sigue en estado de gracia, con un Brays Efe mucho más contenido en favor de la credibilidad de su maravilloso personaje y también del lucimiento de sus compañeros. El flashback final (oro puro) demuestra que el 'universo Paquita' tiene una enorme capacidad de expansión, y que sus creadores tienen hambre y talento para comérselo entero.

5BLACK MIRROR, CUARTA TEMPORADA (NETFLIX)
Para los puristas de las fechas, ya sabemos que se estrenó el 29 de diciembre de 2017, pero teníamos resaca vida social navideña y, como casi todo el mundo, la vimos en enero de 2018. Cuesta incluir una serie de capítulos inconexos en una lista como esta, pero la cuarta temporada de Black Mirror se merece este puesto temporal por varias razones. Por el virtuoso retrato que se marca del amor en tiempos de Tinder en Hang the DJ, con un giro final que merece una ovación. Por el perturbador y doloroso desenlace de Cállate y baila, una cacería humana de la que el espectador se ve obligado moralmente a ser cómplice… En los Emmy han destacado el capítulo USS Callister, esa acertadísima revisión colorista y carcelaria de Star Trek, como mejor tv movie del año, un premio de consolación que sabe a poco para el influyente universo cada vez más expandido de Black Mirror.

4ARDE MADRID (MOVISTAR+)
Qué orgullo que las dos series más originales y únicas de la lista sean españolas. Si Paquita no se parece a nadie, Arde Madrid marca la diferencia porque es una explosión de creatividad en todos los sentidos. Corría el peligro de perderse en la provocación y el desparrame, pero Paco León y Anna R. Costa amarran las tramas con una naturalidad y un encanto castizo inéditos. Calientan los personajes a fuego lento para convertir una entretenida trama de espionaje y enredos en una maravillosa reivindicación de la liberación íntima y personal, de vivir la vida a todo color aunque el entorno sea en blanco y negro. Esa elección estética podría haber llevado a un concepto solemne y pretencioso, pero nada más lejos: la serie brilla por su aparente ligereza y su gracia, y a ello contribuyen un guión y una dirección con constantes hallazgos y fogonazos icónicos y un elenco tan amplio como chispeante. Inma Cuesta marca el tono y el carácter como esa coja revenida que despierta a la vida, Debi Mazar es un imán gracias a la vulnerabilidad y carnalidad que imprime a Ava Gardner… Y lo de los secundarios ya es una fiesta total, con mención especial a la maravillosa ida de olla que se marca Miren Ibarguren y, sobre todo, al matrimonio Perón, con una comicidad ácida digna de un spin off. El maratón más gozoso y cachondo del año.

3HERIDAS ABIERTAS (HBO)
Todavía estamos asimilando el impactante final de este perturbador drama del creador de Big Little Lies, que también tiene oscuras conexiones con True Detective y con las mejores películas de terror de los últimos años, como Déjame salir y Hereditary. Amy Adams ya es favorita máxima al Emmy por el papel de Camille, una periodista alcohólica y con tendencia a autolesionarse que vuelve a su pueblo natal para investigar el asesinato de dos adolescentes. El montaje agresivo y la brutal banda sonora agitan los traumas de la protagonista en el caldo de esa América sureña y pegajosa que enturbia aún más la traumática relación de toda su familia. Unas raíces fangosas sobre las que baila con maestría esta actriz superdotada para transmitir tormentas interiores con una fachada aparentemente dura. En los primeros capítulos, la herida escuece por la parsimoniosa combinación del género policíaco con el drama familiar, y en el desenlace descubres que la cicatriz que te va a dejar esta gran serie palpita más por lo psiquiátrico. Qué ganas de más deja ese giro del último minuto y qué comprensible que la propia Adams haya descartado que retome el personaje en una segunda temporada. Porque si a nosotros nos ha dejado destrozados, imagínate a ella.

2THE HANDMAID'S TALE, SEGUNDA TEMPORADA (HBO)
En 2017 se quedó muy cerca del triunfo en nuestra lista de mejores series del año pasado, y los nuevos capítulos son tan brutales que no hay duda de que merece el puesto de honor, aunque provisionalmente se lo hayamos dado a otra. Si la primera temporada fue la del pánico, la desesperación y la angustia, la segunda arrancó como una explosión de rabia y de sed de justicia que no puede tener un paralelismo más sangrante y a la vez lleno de empoderamiento con la realidad. Cada escena en que June (qué maravilla cuando es más June que Offred, que angustia cuando le hacen recaer) reta con su mirada a la autoridad y pisa con más fuerza en su camino hacia no sabemos dónde, cuenta con un eco en el 8-M, en los gritos contra 'la manada'. Y no es solo coincidencia u oportunismo, ni tampoco una forma de pornografía de la violencia contra la mujer como algunos han querido vender para robarle foco, es dar forma con extrema calidad –la dirección artística está en éxtasis constante– a un cuento donde Caperucita le enseña los dientes al lobo: el antepenúltimo capítulo, Holly, el más salvaje y trascendental hasta la fecha, fue la sublimación de esa comunión entre mujeres que la serie, y la sociedad, pide a gritos. El penúltimo, Posparto, dejó una ligera depresión sobre el futuro de la serie… Pero el último, pese a algún desajuste en la credibilidad de la estructura narrativa –la unión de las esposas está muy forzada, y el giro final se anticipa rápido y mal–, vuelve a conectar con la idea de esa otra 'manada', la de las oprimidas, que se unen ya no solo para escapar, sino para luchar y acabar con los opresores, anteponiendo el colectivo a la individualidad. Esta segunda temporada es una advertencia a quienes ningunean la revolución feminista, es también una punta de lanza de esa guerra y es, además, la confirmación de que estamos ante una serie de enorme calidad con vida propia más allá del libro en que se basaba.

1POSE (HBO)
Si sigues la línea de pensamiento que proponemos a continuación, entenderás por qué le damos tan buena posición a Pose. La enésima serie de Ryan Murphy es algo así como la raíz ficcionada de Rupaul's Drag Race,posiblemente el mejor reality que existe, y que aquí podemos ver en Netflix. La historia de la comunidad LGTBI y transformista de Nueva York en los 80 –perfectamente reflejada en el documental Strike a Pose, del que la serie bebe a morro aunque con una perspectiva menos dura y más luminosa– puede parecer demasiado de nicho, pero como pasa siempre, en los lugares más recónditos vibran las emociones más universales. Pese al envoltorio obviamente colorista y petardo, el creador de American Horror Story y de Versace no cae en el esteticismo artificial del que pecó Baz Lhurmann en The Get Down. Aquí recupera el tono empático de Glee y pone el foco en el conflicto del desarraigo, en la necesidad de pertenecer a un grupo; en definitiva, de pelear por la identidad, de encontrar una familia en la que las debilidades y diferencias se convierten en brillo. Lo hace con conciencia social –con el tema del VIH hace bien en inspirarse en Un corazón normal,aunque no alcanza al referente–, en el caldo de ambición hortera en que se fraguó la América de Trump –incluso se mete en su rascacielos– y a través de un puñado de personajes más adorables que radicales, sin demasiadas caras conocidas y con mucho talento. El capítulo piloto, rematado por un número de baile sensacional, fue un inmejorable pistoletazo de salida para la serie más emotiva del año, la que transmite unos valores más verdaderos y profundos, donde el sentido de comunidad, de familia, se antepone al individualismo caníbal. Es la serie que te hace llorar y te hace bailar. Por eso, aunque la trama abusa de recursos bastante facilones sobre todo en los últimos capítulos, creemos que merece disfrutar del primer puesto al menos durante un tiempo.

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